El efecto placebo según la personalidad 

El efecto placebo

Los rasgos de personalidad afectan a la respuesta de las personas a los placebos, según una investigación dirigida por dos científicos españoles y que publica hoy la revista Neuropsychopharmacology.

Los investigadores han demostrado que no se trata sólo de que la mente le diga que el medicamento funciona o no. Los químicos analgésicos de su propio cerebro quizá responden realmente al dolor de manera distinta según la personalidad.

Los nuevos resultados provienen de unas pocas docenas de voluntarios sanos, de manera que el experimento deberá repetirse con grupos más numerosos y diversos para que se confirmen esos resultados.

¿Qué es el efecto placebo y cómo funciona?

Un efecto psicológico causado por la sugestión. Descubrimos cómo funciona exactamente.

En nuestra vida diaria es frecuente que tomemos medicamentos y nos sometamos a diferentes tratamientos con el fin de mejorar nuestra salud o superar un problema concreto. En más de una ocasión hemos oído hablar de las ventajas de algunas técnicas que no gozan de reconocimiento científico y a pesar de todo a mucha gente parecen funcionarle.

Tanto en estos casos como en muchos otros tratamientos más reconocidos, es lícito preguntarse si lo que nos tomamos o hacemos realmente tiene un efecto real en nuestra salud. Dicho de otro modo, ¿el tratamiento que estoy siguiendo es realmente efectivo o tiene la propia mejoría otra explicación? Tal vez estemos ante un caso de efecto placebo. Veamos a continuación qué quiere decir esto y de qué manera se tiene en cuenta este fenómeno en el contexto clínico.

Definiendo placebo

Entendemos como efecto placebo aquel efecto positivo y beneficioso producido por un placebo, elemento que por sí mismo no tiene un efecto curativo en la problemática que se está tratando por el mero hecho de su aplicación. Es decir, la sustancia o tratamiento no posee cualidades que produzcan una mejoría en la sintomatología, pero el hecho de que se está recibiendo un tratamiento provoca la creencia de que se va a mejorar, cosa que por sí misma provoca la mejoría.

La consideración de placebo no se circunscribe únicamente a sustancias, sino que también puede aparecer bajo tratamientos psicológicos, cirugías u otras intervenciones.

En el caso de que por placebo nos refiramos a una sustancia, ésta puede ser un elemento totalmente inocuo (una solución salina o azúcar, por ejemplo) también llamado placebo puro, o una sustancia que sí tiene un efecto terapéutico para alguna enfermedad o trastorno pero no para la que se ha prescrito. En este segundo caso estaríamos ante un pseudoplacebo.

Funcionamiento del efecto placebo

El funcionamiento de éste fenómeno se explica a nivel psicológico por dos mecanismos básicos: el condicionamiento clásico y las expectativas.

En primer lugar, el paciente que recibe el placebo tiene la expectativa de recuperarse,
en función de la historia de aprendizaje seguida a lo largo de su vida, en la que generalmente se produce una mejoría tras seguir un tratamiento.

Estas expectativas condicionan la respuesta al tratamiento, favoreciendo la respuesta de recuperación de la salud (este hecho se ha demostrado en la respuesta inmunológica). A mayor expectativa de mejora, mayor es el efecto del placebo, con lo que el condicionamiento será cada vez mayor. Eso sí, para que funcione correctamente el primer paso debe ser exitoso.

Otros factores que influyen en este efecto psicológico

El efecto placebo también se ve mediado por la profesionalidad y la sensación de competencia que proyecta quien lo administra, el contexto en el que se lleva a cabo la toma, el tipo de problema al que se hace frente y otras características como el coste, la presentación, los materiales o los rituales necesarios para tomarlo.

Placebos de apariencia más cara y más elaborada tienden a ser más efectivos. Por ejemplo, una pastilla de azúcar es más efectiva como placebo si tiene forma de cápsula que si tiene forma de terrón. De algún modo, la apariencia de exclusividad hace que las expectativas sobre su eficacia suben o bajen de manera paralela a esta.

Las bases neurológicas del placebo

A nivel neurofisiológico se ha demostrado que la aplicación del placebo estimula la corteza frontal, el núcleo accumbens, la sustancia gris y la amígdala activando las vías dopaminérgica y (en menor medida) la serotoninérgica. Esta activación provoca una sensación de recompensa y relajación que coincide con la mejoría percibida por los pacientes.

Pacientes con dolor, síntomas somáticos, Parkinson, demencia o epilepsia se han visto beneficiados del uso de placebos en entornos de investigación, mejorándose su situación. Los efectos son especialmente marcados en aquellos aquejados de dolor, teniendo mayor efecto cuanto mayor el placebo y el dolor inicial.

Sin embargo, el mecanismo de acción del efecto placebo sigue siendo, en parte un misterio.
Lo intrigante de este proceso es que parece tratarse de un fenómeno en el que el pensamiento abstracto llega a influir procesos mentales muy básicos y primitivos, que actúan de manera parecida en animales no humanos.

Por ejemplo, es difícil de explicar que una creencia pueda llegar a interferir sobre algo como el procesamiento del dolor, un mecanismo biológico que apareció hace más de 100 millones de años en la cadena evolutiva que lleva hasta nuestra especie y que se ha ido consolidando a causa de su gran utilidad de cara a nuestra supervivencia. Sin embargo, la evidencia muestra que la sugestión producida, por ejemplo, mediante la hipniosis, es capaz de hacer que esta sensación sea significativamente más.

Contextos de aparición y aplicación

 Una vez hemos explorado brevemente qué es y cómo funciona el efecto placebo cabe preguntarse dónde suele ser aplicado de forma activa este fenómeno.

Como veremos, el efecto placebo es especialmente utilizado en investigación, aunque también aparece vinculado ocasionalmente a la práctica clínica.

A nivel de investigación

Los tratamientos que se emplean en la práctica clínica deben ser testados para poder comprobar su efectividad real. Para ello es frecuente el uso de una metodología de casos y controles, en que se establecen dos grupos de individuos. A uno de los grupos se le aplica el tratamiento en cuestión, y al segundo, conocido como grupo control, se le administra placebo.

El uso de un placebo en el grupo de control permite observar la eficacia del tratamiento en cuestión, puesto que deja comprobar si las diferencias entre el pretratamiento y el postratamiento percibidas en el grupo que recibe el tratamiento son debidos a éste o a otros factores externos a él.

A nivel clínico

Si bien supone una serie de conflictos éticos, en ocasiones se ha aplicado el efecto placebo en la práctica clínica. Las razones más frecuentemente aducidas han sido demanda injustificada de medicamentos por parte del paciente, o bien la necesidad de
calmarlos, o el agotamiento de otras opciones terapéuticas.

Asimismo, muchas terapias alternativas y homeopáticas se benefician de éste efecto, motivo por el cual a pesar de no poseer mecanismos de acción relacionados con efectos de eficacia real en ocasiones resultan de cierta efectividad.

Relación con otros efectos

El efecto placebo está relacionado con otros fenómenos similares, si bien hay diferencias remarcables entre ellos.

Efecto Hawthorne

El efecto placebo puede ser confundido en ocasiones con otros tipos de efectos. Un ejemplo de ello es la confusión con el efecto Hawthorne. Este último se refiere a la modificación de la conducta cuando nos sabemos observados o evaluados (por ejemplo, cuando hay alguien analizando nuestras acciones, como un superior en el trabajo o simplemente un observador externo en una clase), sin que la posible mejora en el funcionamiento se deba a otra
causa que la propia medición.

Las semejanzas con el efecto placebo se encuentran en el hecho de que en
general se produce una mejoría perceptible en el estado y funcionamiento vital del individuo. Sin embargo, el efecto placebo es algo totalmente inconsciente, y se da ante la creencia de que realmente se va a producir una mejoría ante la aplicación de un supuesto
tratamiento, mientras que el efecto Hawthorne es una forma de reactividad ante el conocimiento de que se está midiendo o evaluando una característica, situación o fenómeno.

Efecto nocebo

El efecto placebo tiene una contraparte, el conocido como efecto nocebo. En este efecto el paciente sufre un empeoramiento o un efecto secundario debido a la aplicación de un tratamiento o un placebo, siendo este inexplicable por el mecanismo de acción del medicamento.

Si bien la investigación de este fenómeno es menor ya que es menos frecuente, puede ser explicado por los mismos mecanismos de expectativa y condicionamiento que el placebo: se espera que un síntoma negativo vaya a ocurrir. Un ejemplo de ello es el acontecimiento de síntomas secundarios que los pacientes han visto en un prospecto a pesar de que a
nivel biológico no existen amenazas.

Efecto Pigmalión o de profecía autocumplida

El efecto Pigmalión tiene una relación clara tanto con el efecto placebo como con los
anteriores. Este efecto se basa en que la expectativa expresada de que vaya a ocurrir determinada situación o fenómeno conduce a que el sujeto termine realizando acciones que llevan a provocar la situación esperada inicialmente. Así, su funcionamiento es muy semejante al del efecto placebo a nivel cognitivo, en que la creencia de que se va a mejorar
provoca la propia mejoría.

Para concluir

Hay que tener en cuenta que puede encontrarse el efecto placebo incluso en tratamientos de efectividad comprobada. Un ejemplo claro puede verse en una recuperación o mejoría inmediata ante la toma de un medicamento, como por ejemplo un antidepresivo. Si
bien la efectividad del tratamiento puede estar comprobada, por lo general estos medicamentos tardan semanas en ser efectivos, con lo que una mejoría muy temprana puede deberse al efecto placebo. De este modo, tanto este fenómeno como la curación producida mediante el mecanismo de eficacia de la psicoterapia o de un fármaco pueden solaparse.

Es importante también tener en cuenta que el efecto placebo no es imaginario; se da realmente una mejoría en el estado psíquico o incluso físico (el sistema inmunológico y neuroendocrino especialmente) real, es decir, que en muchos casos es comprobable objetivamente.

Sin embargo, si bien se ha demostrado la utilidad de este efecto en algunos tratamientos médicos, hay que tener en cuenta la posibilidad de un uso perverso del mismo, siendo usado con el objetivo de obtener beneficio económico en multitud de productos "milagrosos".

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Los efectos y mecanismos de acción de esta droga: Anfetamina

Esta substancia estimulante puede generar efectos secundarios graves, sobre todo en uso recreativo. 

El consumo de productos con efectos estimulantes es frecuente en la sociedad actual. Café, té, chocolate, bebidas energéticas... todo ello tiene un efecto activador sobre nuestro organismo que nos ayuda a estar más despiertos y enérgicos y que ayudan a mantener el estado del ánimo.

Pero al margen de las mencionadas existen otras sustancias consideradas drogas, cuya potencia es mucho mayor. Se trata de sustancias que si bien se originaron para un uso médico hoy en día también son empleadas recreativamente, de manera ilegal ya que
suponen un riesgo para la salud debido a su potencial adictivo y efectos secundarios.

Dentro de estos estimulantes encontramos la cocaína y el tipo de de las que se va a hablar a lo largo de este tipo, las anfetaminas.

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Anfetaminas: tipo de sustancia y características

Las anfetaminas son un tipo de sustancia clasificada dentro del grupo de excitadores o psicoanalépticos. Se trata de compuestos químicos sintéticos derivados de la
beta-fenil-isopropilamina, si bien en su origen se derivan de sustancias derivadas de la planta Catha edulis.

El término "anfetamina" en cuestión suele referirse al grupo de sustancias derivadas del ácido anfetamínico o de composición semejante, si bien dentro de las anfetaminas existe un subgrupo denominado del mismo modo. Como agentes psicoactivos activadores provocan un incremento en el funcionamiento del sistema nervioso, aumentando la vigilia, la alerta y la energía física y mental.

Sus efectos en el organismo

Sus efectos sobre el organismo suponen en un primer momento una sensación de euforia y un aumento de energía considerable,junto con un ánimo expansivo y desinhibido (aunque en algunos casos puede mejorar el autocontrol). El sujeto permanece despierto y sus
capacidades cognitivas parecen ser más veloces y verse potenciadas. El consumidor tiende a aumentar su nivel de conciencia, atención y concentración.

Las anfetaminas generan la sensación de aumento de la capacidad de control y la autoconfianza, además de dar impresión de claridad de pensamiento. También genera un
aumento de la actividad motora, aumentando la tasa cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria. Disminuyen sueño, cansancio y hambre.

Las anfetaminas se han utilizado en una gran variedad de circunstancias: desde el uso medicinal para tratar diversas afecciones hasta el aumento en el rendimiento deportivo o incluso académico, pasando por el uso meramente recreativo. Suelen consumirse de forma
oral, aunque pueden administrarse por vía intravenosa o inhalada en forma de polvo. Sus efectos son muy semejantes a los de la cocaína, sibien presentan menos riesgos que ésta.

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Mecanismos de acción

El mecanismo de acción de las anfetaminas se basa en el bloqueo de recaptación de las monoaminas, haciendo especial hincapié en los de la dopamina y la noradrenalina. Además, también influyen en la síntesis de estas sustancias, provocando que se genere más cantidad. Esto provoca que los efectos de dichos neurotransmisores duren más tiempo al permanecer más en el espacio sináptico y ser utilizados por las neuronas postsinápticas.

Las anfetaminas son pues agonistas de la dopamina y la noradrenalina, cosa que provoca las sensaciones placenteras y de aumento de energía típicos de este grupo de sustancias. También lo es de la serotonina, pero en un grado mucho menor.

Usos médicos

Las anfetaminas son sustancias que, al igual que la mayoría de drogas ilegales, tienen en su origen fines medicinales. En el caso concreto de las anfetaminas dichos usos medicinales siguen vigentes en una gran cantidad de casos, empleándose a menudo medicamentos basados en o derivados de este tipo de sustancias para tratar diferentes dolencias.

Concretamente se hoy en día se emplean en algunos tratamientos contra la obesidad (dado que provoca un aumento de la actividad a la vez que disminuye sensaciones como la fatiga y el apetito), la narcolepsia (sus efectos excitadores pueden combatir los episodios de sueño) e
incluso el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH (en estos casos se emplean derivados de las anfetaminas dado que mejoran la capacidad atencional y reducir los síntomas impulsivos en este tipo de población).

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Efectos secundarios y riesgos

Si bien el consumo de anfetaminas puede ser beneficioso en algunos casos y genera un aumento temporal del rendimiento de las capacidades físicas y mentales, el uso recreativo y continuado de estas sustancias puede provocar graves efectos tanto a corto como a largo plazo, especialmente si se dan intoxicaciones o si se genera dependencia.

1. Dependencia

Si bien no tienen tanta capacidad de enganche como la cocaína, las anfetaminas poseen un elevado potencial adictivo debido a su actuación sobre el sistema de recompensa cerebral y a la progresiva adquisición de tolerancia que hace que cada vez sea necesario un mayor consumo para notar los mismos efectos.

2. Síndrome de abstinencia

La retirada brusca del consumo de anfetaminas puede generar síndromes de abstinencia, los cuales suelen generar efectos contrarios a los que produce su consumo. Así, suele observarse cansancio y disminución de energía, pesadillas, insomnio, craving o deseo imperioso de consumo, agitación motora, ansiedad y depresión, incapacidad de concentrarse o labilidad emocional.

3. Problemas de sueño

Tanto si se circunscribe al ámbito de la abstinencia como si no, uno de los problemas que el consumo de anfetaminas puede causar es dificultades a la hora de conciliar el sueño o en el hecho de que este no produzca sensación de descanso.

4. Alucinaciones y alteraciones perceptivas

Si bien la actuación de las anfetaminas no se centra en este aspecto, en ocasiones se han manifestado la presencia de alucinaciones de tipo visual.

5. Problemas cardiorrespiratorios

Las anfetaminas tienen efectos en el sistema cardiovascular, aumentando presión sanguínea, tasa cardíaca y frecuencia respiratoria. Especialmente cuando se da una intoxicación, puede generar taquicardia, sudoración y aumentos de presión que pueden desembocar en casos graves en parada cardiorrespiratoria.

6. Apetito

Como hemos mencionado anteriormente, las anfetaminas provocan la disminución del apetito. Si bien puede ser beneficioso para algunas personas y de hecho se emplea para tratar la obesidad, puede que esta pérdida pueda acabar generando problemas nutricionales como la anemia.

7. Alteraciones motoras

Tanto en intoxicación como en abstinencia es frecuente que las anfetaminas provoquen alteraciones en el aparato locomotor. Es posible que se genere debilidad y enlentecimiento o por el contrario agitación y temblores, pudiendo llegar en casos de intoxicación grave a propiciar crisis epilépticas.

8. Lenguaje alterado

Es frecuente que el consumo de anfetaminas pueda provocar logorrea derivada del estado de excitación física. El sujeto tiene un habla rápida y profusa, si bien puede que se produzca fuga de ideas.

9. Problemas emocionales

Es frecuente que a la larga el consumo de estas sustancias genere labilidad emocional, pasando de alegría a tristeza con gran facilidad y pudiendo generar ansiedad o depresión en su consumidor. También pueden llegar a generar ideaciones suicidas.

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